Era solo un día normal para el, conducía rápidamente su carro de ultimo modelo, el único orgullo que aun conservaba.
-Que día!.Nunca pensé que me encontraría pensando esto..
La lluvia golpeaba en cristal y nublaba la visibilidad del camino, pero no le importo, no redujo la velocidad, ya no le tenia, mas bien la disfrutaba. El camino a la casa de la playa le trajo recuerdos. La pequeña Sarah, com los zapatos rojos que tan grandes le quedaban, los favoritos de las dos mujeres que tanto ama.
Que irónico que hace un año exactamente las cosas fueron tan distintas…
También recordó ese hermoso día en la playa, cuando los tres corrían y reían, fue perfecto verlas así, hermosas y eternas. Era el hombre mas feliz del mundo.
También recordó las bromas que planeaba para que Sarah se las gastara a su madre…las extrañaba.
Extrañaba esos momentos, los abrazos, las risas, la voz de su esposa susurrando al oído, su perfume y su mirada inquisitiva cuando mimaba a su hija.
-Será una malcriada cuando crezca…-Decía mientras lo miraba dulcemente.
-No, solo será muy feliz.-Respondía.
Sentía como arrastraba ese peso frío en su bolsillo a cada paso que daba en la arena humedecida por la lluvia, mientras una lagrima corría por su rostro. Siempre pensó que los hombres no lloraban, pero no se sentía como tal…dentro de poco dejaría de serlo. Así que coloco ese peso helado entre sus manos, su ultima esperanza, la única manera de ser feliz de nuevo, el único medio para verlas otra vez.
…Continuara
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